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Mostrando entradas de marzo, 2025

Gata Cattana

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Poema 1: Una mujer Ella es así. De esas. Es como las veces que el verso salta de sus abismos. Se arroja. Grita, baila, salta, llora. Es de esas. Es como la sensibilidad espontánea de la poesía, como ese papel en blanco que calla, pero te conoce y te guarda. Apenas si reprocha, Apenas si se deja oír. No hay tiempo para nimiedades, ya casi es de noche y la sopa no está hecha. Tampoco la conozco tanto. Pero ellos me han hablado, ellos me han hablado de la mujer torbellino, de sus huracanes. Y yo he visto sus ropas de colores, la he visto escuchando tangos y bluses y en un par de ocasiones tuve el placer de compartir el té con ella. Es una de esas que no se esconden, imprevisible, de acantilados y cumbres, natural de antemano, como un carnaval, una fiesta pagana. Como las Leyes incomprensibles de Madre Gaia, que nadie sabe cómo, nadie sabe cómo, pero aún resiste. Ellos me han hablado, me han contado anécdotas de viejas glorias, de cuando yo aún no había aparecido. Me han hablado de la madr...

Canto al hombre

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Cuando eres, como ahora, hermoso y fuerte, yo te amo. Cuando el viento se doblega para ti, cuando a la tierra tú la rindes, yo te amo. Yo te amo por osado, y te amo por heroico, por audaz y porque ofreces tu hermosura y tu valor. Por derramado. Firme tú sobre las nubes, navegando los espacios. Duro tú sobre las aguas, descollante tu estatura en lo azul del océano... Hombre joven que lo afrontas cual un elemento más, siendo tú el lazo de elementos de creación. Yo así te amo. Desde lejos y despacio, torpemente en el comienzo, tu andadura cada siglo acelerando... así has llegado. Y ya domas a los mares y a los cielos; los cabalgas como potros tan salvajes como fuiste. A los astros los asedias sin temor. Igual que un astro, que otro astro participas del secreto compartido, constelando como ellos mi cenit. Hombre, te amo. Yo te amo y te contemplo, yo te admiro y yo te exalto. E ignorando cómo cantan los arcángeles, te canto. Mientras seas como eres, una luz entre las sombras, una luz sobre ...

Cuerpo en la oscuridad

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Te adivino tendida bajo la leve túnica de aroma que te cubre, mientras el sueño mide el espacio profundo que hay del párpado al alma. Respiración y nieve hacen bajo el perfume invisibles colinas; la oscuridad me llena, la ansiedad de tus formas: montes de lilas pálidas, desmayadas palomas. Trino de amanecer, sombra de arbusto fresco, eres nueva en mis manos sólo por el milagro del mundo en las tinieblas. ¡Qué rosas de tu cuerpo florecen al hallazgo múltiple de mis dedos! Te palpo y eres mía y mis manos son cestas para el fruto del tacto maduro ya, en la rama trémula del deseo. Jorge Rojas©

Rima LXXIII

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Cerraron sus ojos, que aun tenía abiertos; taparon su cara con un blanco lienzo, y unos sollozando, otros en silencio, de la triste alcoba todos se salieron.    La luz, que en un vaso ardía en el suelo, al muro arrojaba la sombra del lecho, y entre aquella sombra veíase a intérvalos dibujarse rígida la forma del cuerpo.     Despertaba el día y a su albor primero, con sus mil ruidos despertaba el pueblo. Ante aquel contraste de vida y misterios, de luz y tinieblas, medité un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!    De la casa, en hombros, lleváronla al templo, y en una capilla dejaron el féretro. Allí rodearon sus pálidos restos de amarillas velas y de paños negros.    Al dar de las ánimas el toque postrero, acabó una vieja sus últimos rezos; cruzó la ancha nave, las puertas gimieron y el santo recinto quedose desierto.    De un reloj se oía compasado el péndulo, y de algunos cirios el chisporroteo. Tan medroso y triste, ta...

Donde habite el olvido

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Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño. Allá, allá lejos; Donde habite el olvido. Luis Cernuda©️

Rima LXXIV

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Las ropas desceñidas, desnudas las espaldas, en el dintel de oro de la puerta dos ángeles velaban. Me aproximé a los hierros que defienden la entrada y de las dobles rejas, en el fondo, la vi confusa y blanca. La vi como la imagen que en leve ensueño pasa, como el rayo de luz tenue y difuso que entre tinieblas nada. Me sentí de un ardiente deseo llena el alma ¡como atrae un abismo, aquel misterio hacia sí me arrastraba! Mas ¡ay!, que de los ángeles parecían decirme las miradas -¡El umbral de esta puerta sólo Dios lo traspasa! Gustavo Adolfo Bécquer©️

Amor de frutas

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Déjame  que esparza manzanas en tu sexo néctares de mango carne de fresas; Tu cuerpo son todas las frutas. Te abrazo y corren las mandarinas; te beso y todas las uvas sueltan el vino oculto de su corazón sobre mi boca. Mi lengua siente en tus brazos el zumo dulce de las naranjas y en tus piernas el promegranate esconde sus semillas incitantes. Déjame que coseche los frutos de agua que sudan en tus poros: Mi hombre de limones y duraznos, dame a beber fuentes de melocotones y bananos racimos de cerezas. Tu cuerpo es el paraíso perdido del que nunca jamás ningún Dios podrá expulsarme. Gioconda Belli©

Ahueyentemos el tiempo, amor

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Ahuyentemos el tiempo, amor, que ya no exista; esos minutos largos que desfilan pesados cuando no estás conmigo y estás en todas partes sin estar pero estando. Me dolés en el cuerpo, me acariciás el pelo y no estás y estás cerca, te siento levantarte desde el aire llenarme pero estoy sola, amor, y este estarte viendo sin que estés, me hace sentirme a veces como una leona herida, me retuerzo doy vueltas te busco y no estás y estás allí tan cerca. Gioconda Belli©️

No rechaces los sueños

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No rechaces los sueños por ser sueños. Todos los sueños  pueden ser realidad,  si el sueño no se acaba. La realidad es un sueño.  Si soñamos que la piedra  es la piedra,  eso es la piedra. Lo que corre en los ríos  no es un agua, es un soñar,  el agua, cristalino. La realidad disfraza su propio sueño, y dice: «Yo soy el sol, los cielos, el amor.» Pero nunca se va,  nunca se pasa,  si fingimos creer  que es más que un sueño. Y vivimos soñándola.  Soñar es el modo  que el alma tiene  para que nunca  se le escape  lo que se escaparía  si dejamos de soñar  que es verdad  lo que no existe. Sólo muere un amor  que ha dejado  de soñarse  hecho materia  y que se busca en tierra. Pedro Salinas©️

Vuelvo a la noche

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De pronto vuelvo a la noche con mis zapatos de agua. Me desnudo en el lento ejercicio de mis manos y busco solamente un objeto mío, un pequeño barco, un cometa, un circo de inventadas cosas, figuras cotidianas, tuyas y mías, que amo. Pero sé que de pronto me vuelvo inaccesible y vuelvo a ser silencio y llama oscura, donde mi barco se escapa de tu orilla. Mía Gallegos© Anochecer extraído de la web

Porvenir

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Te llaman porvenir porque no vienes nunca. Te llaman porvenir, y esperan que tú llegues como un animal manso a comer en su mano. Pero tú permaneces más allá de las horas, agazapado no se sabe dónde. ... Mañana! Y mañana será otro día tranquilo un día como hoy, jueves o martes, cualquier cosa y no eso que esperamos aún, todavía, siempre. Ángel González© Fotografía de un camino extraída de la web Más poesía de Ángel González aquí

5 sentidos

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I -Del tacto Acércate despacio a mis dominios; que tus dedos tanteen el espacio ciegamente, la oscuridad que envuelve mi cuerpo; que construyan un camino y lleguen hasta mí a través del velo espeso y taciturno de las sombras. Sálvame con la luz que hay en tus dedossi me tocan, conjura la desidia, enciéndeme o abrásame en el tacto esplendoroso y claro de tus manos. Como las mariposas de la noche, hacia la llama iré que tú convocas, que prefiero quemarme a estar a oscuras. II -Del olfato La vainilla; el espliego; el verdín; la canela. A veces un aroma delgado como de agua, como de nube o lluvia; a veces un violento perfume que recuerda la piel de una gacela, el sudor y la sangre de un animal en celo. Pero siempre, al final, la vainilla, el espliego... III -De la vista Para tus ojos. Para tus ojos fieramente abiertos. Para tus ojos fijos. Para tus ojos con caudal de fiebre. Para tus ojos grandes. Una orquídea de carne voluptuosa para tus ojos ávidos con vocación de abejas. IV -Del gusto H...