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Itinerario

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Iba hacia España y llegué a Cuba. Iba hacia Jorge y llegué a Juan. Iba hacia las letras y llegué al embarazo. Iba a dormir pero aquí estoy. Reconozco que entre mis virtudes nunca se destacó la puntería. María Montero©

Aceleración de los cuerpos

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Durante el camino, ella piensa que no llegará a tiempo. La distancia y la soledad de su prisa son más que un anticipo. Al llegar, no escucha sino el murmullo de la sangre y el deseo, por eso no tarda en adentrarse por el ancho corredor. Luego está sentada, desnuda de la cintura para abajo. Todo está limpio, tibio y en penumbra. Es el 13 de febrero de 1970 y es una perfecta mañana de invierno. Mi madre tiene dolor, tal es la naturaleza de un parto, y por eso su destino es el coraje, un coraje donde el dolor es la única salida. Después de la última contracción comienzan las revelaciones: el dolor se convierte en destino de la cintura para abajo; el coraje, en una penumbra de invierno; mi madre se congela en el amplio corredor y yo me convierto en el deseo que nunca llega a tiempo. María Montero©

Rima LXXV

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¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía a encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas habita de la idea el mundo silencioso? ¿Y ríe y llora, y aborrece y ama, y guarda un rastro del dolor y el gozo, semejante al que deja cuando cruza el cielo un meteoro? ¡Yo no sé si ese mundo de visiones vive fuera o va dentro de nosotros; pero sé que conozco a muchas gentes a quienes no conozco! Gustavo Adolfo Bécquer ©