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miércoles, 18 de septiembre de 2024

De humo

La primera vez que dijo mi nombre,
caí en la cuenta de lo mucho que me pesaba ser yo,
luego dio una profunda calada a su cigarro
como si el mundo entero dependiera de su boca
y yo, que nunca he querido ser nada,
ni siquiera héroe,
quise ser de humo.

Llevaba un vestido negro y flores en el pelo,
se había colocado una sonrisa bien temprano
y la mueca de felicidad se le extendía por el rostro
como una enfermedad terminal.
Igual que aquel montoncito de pecas
por encima del escote,
como si su piel estuviera en constante guerra
por cambiar de color.

No tenía edad ni venia de ningún sitio,
se llamaba Marlene aunque era mentira,
como mentira eran sus tetas de tres mil euros
en una clinica ilegal
o sus manos de construir amaneceres en la playa
en una ciudad donde el mar solo habitaba
en las postales de los estancos.

Se llamaba Marlene y era mentira
pero yo a las tres de la madrugada
de todas las noches de mi vida
siempre he dejado que me engañen.

Marlene hizo de otoño y marchitó las flores de su cabello,
enlutó el suelo de la habitación con su vestido negro
y desnuda en diez segundos de paisaje
desfilaron por mis neuronas muertas
todas las mujeres de mi vida
en una interminable huelga de caricias.

Y hubieron besos pornográficos
y un suicidio colectivo de espermatozoides
en el prohibido el paso de sus piernas,
luego con la vista perdida
en un horizonte lejano de mi pecho
se encendió otro cigarro y volvió a nombrarme
y yo, que nunca he querido ser de nadie,
ni siquiera mío,
quise ser de humo, de su boca y suyo.

Ernesto Pérez Vallejo ©



jueves, 8 de diciembre de 2022

No te tengo

No te tengo a ti pero no importa,
tengo un corazón de porcelana,
un latido sutil e independiente,
una voz lejana que hace eco.
No te tengo a ti y me la suda,
tengo en la despensa ron y vodka,
tengo en los armarios chocolate,
tengo en la repisa diez Bukowski
y tengo a Rosa en la planta cuarta
siempre dispuesta y siempre desnuda.
No te tengo a ti y sin embargo,
tengo la sonrisa permanente,
tres versos escritos en la espalda
con los lunares haciéndose las tildes
y tengo una erección que no asesino
con tu recuerdo ni con la nostalgia.
Tengo diez neuronas sin tu nombre
y una cicatriz que no te consta,
una muerte fugaz en la cabeza,
un llámame mañana que no puedo,
un hasta luego, un nunca, un para siempre.
No te tengo a ti con tus caderas
columpíandose perversas a tu paso
pero tengo un columpio en el jardín
que ya no echa de menos ni tu peso.
Y también me tengo a mí aquí y ahora
y aunque pueda resultar insuficiente
es mejor que la suma del contigo.

Ernesto Pérez Vallejo ©️
Arte de Loui Jover🎨



viernes, 2 de diciembre de 2022

Elige

Elige la carta que quieras,
la que más te guste,
memorízala por delante
de cualquier recuerdo.

Ahora, vuelve a meterla,
con el resto,
que nada ni nadie pueda
diferenciarla.

Y no, no te la voy a
adivinar
solo intento que
entiendas como me siento
cuando me olvidas.


Ernesto Pérez Vallejo©