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sábado, 20 de abril de 2024

Inventario de lugares propicios al amor

Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia ( con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.

Ángel González©️



Eso era amor

Le comenté:
—Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
               —¿Te gustan solos o con rimel?
—Grandes, 
                    respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.

Ángel González©️



En este instante, breve y duro instante...

En este instante, breve y duro instante,
¡cuántas bocas de amor están unidas,
cuántas vidas se cuelgan de otras vida
exhaustas en su entrega palpitante!

Fugaz como el destello de un diamante,
¡qué de manos absurdamente asidas
quieren cerrar las más leves salidas
a su huida perpetua e incesante!

Lentos, aquí y allá, y adormecidos,
¡tantos labios elevan espirales
de besos!... Sí, en este instante, ahora

que ya pasó, que ya lo hube perdido,
del cual conservo sólo los cristales
rotos, primera ruina de la aurora.
(En este instante, breve, y duro instante...)

Ángel González©️