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Sé tú mi límite

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Tu cuerpo puede llenar mi vida, como puede tu risa volar el muro opaco de la tristeza. Una sola palabra tuya quiebra la ciega soledad en mil pedazos. Si tu acercas tu boca inagotable hasta la mía, bebo sin cesar la raíz de mi propia existencia. Pero tú ignoras cuánto la cercanía de tu cuerpo me hace vivir o cuánto su distancia me aleja de mí mismo me reduce a la sombra. Tú estás, ligera y encendida, como una antorcha ardiente en la mitad del mundo. No te alejes jamás: Los hondos movimientos de tu naturaleza son mi sola ley. Retenme. Sé tú mi límite. Y yo la imagen de mí feliz, que tú me has dado. José Ángel Valente©️ Mi Huella: «Cuando amar es perderse en ti» Creo que este poema está dedicado a un amor intenso y profundo, donde la presencia de la otra persona llena de vida al poeta y su ausencia lo deja vacío.  Me transmite dependencia emocional, pero también admiración y entrega.  Es como si Valente susurrara: «Sin ti, no soy yo».   O como canta Amaral:  «Sin ti, no...

Gata Cattana

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Poema 1: Una mujer Ella es así. De esas. Es como las veces que el verso salta de sus abismos. Se arroja. Grita, baila, salta, llora. Es de esas. Es como la sensibilidad espontánea de la poesía, como ese papel en blanco que calla, pero te conoce y te guarda. Apenas si reprocha, Apenas si se deja oír. No hay tiempo para nimiedades, ya casi es de noche y la sopa no está hecha. Tampoco la conozco tanto. Pero ellos me han hablado, ellos me han hablado de la mujer torbellino, de sus huracanes. Y yo he visto sus ropas de colores, la he visto escuchando tangos y bluses y en un par de ocasiones tuve el placer de compartir el té con ella. Es una de esas que no se esconden, imprevisible, de acantilados y cumbres, natural de antemano, como un carnaval, una fiesta pagana. Como las Leyes incomprensibles de Madre Gaia, que nadie sabe cómo, nadie sabe cómo, pero aún resiste. Ellos me han hablado, me han contado anécdotas de viejas glorias, de cuando yo aún no había aparecido. Me han hablado de la madr...

Canto al hombre

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Cuando eres, como ahora, hermoso y fuerte, yo te amo. Cuando el viento se doblega para ti, cuando a la tierra tú la rindes, yo te amo. Yo te amo por osado, y te amo por heroico, por audaz y porque ofreces tu hermosura y tu valor. Por derramado. Firme tú sobre las nubes, navegando los espacios. Duro tú sobre las aguas, descollante tu estatura en lo azul del océano... Hombre joven que lo afrontas cual un elemento más, siendo tú el lazo de elementos de creación. Yo así te amo. Desde lejos y despacio, torpemente en el comienzo, tu andadura cada siglo acelerando... así has llegado. Y ya domas a los mares y a los cielos; los cabalgas como potros tan salvajes como fuiste. A los astros los asedias sin temor. Igual que un astro, que otro astro participas del secreto compartido, constelando como ellos mi cenit. Hombre, te amo. Yo te amo y te contemplo, yo te admiro y yo te exalto. E ignorando cómo cantan los arcángeles, te canto. Mientras seas como eres, una luz entre las sombras, una luz sobre ...

Cuerpo en la oscuridad

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Te adivino tendida bajo la leve túnica de aroma que te cubre, mientras el sueño mide el espacio profundo que hay del párpado al alma. Respiración y nieve hacen bajo el perfume invisibles colinas; la oscuridad me llena, la ansiedad de tus formas: montes de lilas pálidas, desmayadas palomas. Trino de amanecer, sombra de arbusto fresco, eres nueva en mis manos sólo por el milagro del mundo en las tinieblas. ¡Qué rosas de tu cuerpo florecen al hallazgo múltiple de mis dedos! Te palpo y eres mía y mis manos son cestas para el fruto del tacto maduro ya, en la rama trémula del deseo. Jorge Rojas©

Rima LXXIII

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Cerraron sus ojos, que aun tenía abiertos; taparon su cara con un blanco lienzo, y unos sollozando, otros en silencio, de la triste alcoba todos se salieron.    La luz, que en un vaso ardía en el suelo, al muro arrojaba la sombra del lecho, y entre aquella sombra veíase a intérvalos dibujarse rígida la forma del cuerpo.     Despertaba el día y a su albor primero, con sus mil ruidos despertaba el pueblo. Ante aquel contraste de vida y misterios, de luz y tinieblas, medité un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!    De la casa, en hombros, lleváronla al templo, y en una capilla dejaron el féretro. Allí rodearon sus pálidos restos de amarillas velas y de paños negros.    Al dar de las ánimas el toque postrero, acabó una vieja sus últimos rezos; cruzó la ancha nave, las puertas gimieron y el santo recinto quedose desierto.    De un reloj se oía compasado el péndulo, y de algunos cirios el chisporroteo. Tan medroso y triste, ta...

Donde habite el olvido

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Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño. Allá, allá lejos; Donde habite el olvido. Luis Cernuda©️

Rima LXXIV

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Las ropas desceñidas, desnudas las espaldas, en el dintel de oro de la puerta dos ángeles velaban. Me aproximé a los hierros que defienden la entrada y de las dobles rejas, en el fondo, la vi confusa y blanca. La vi como la imagen que en leve ensueño pasa, como el rayo de luz tenue y difuso que entre tinieblas nada. Me sentí de un ardiente deseo llena el alma ¡como atrae un abismo, aquel misterio hacia sí me arrastraba! Mas ¡ay!, que de los ángeles parecían decirme las miradas -¡El umbral de esta puerta sólo Dios lo traspasa! Gustavo Adolfo Bécquer©️