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domingo, 16 de marzo de 2025

Rima LXXIV

Las ropas desceñidas,
       desnudas las espaldas,
en el dintel de oro de la puerta
       dos ángeles velaban.
      Me aproximé a los hierros
       que defienden la entrada
y de las dobles rejas, en el fondo,
       la vi confusa y blanca.
      La vi como la imagen
       que en leve ensueño pasa,
como el rayo de luz tenue y difuso
       que entre tinieblas nada.
      Me sentí de un ardiente
       deseo llena el alma
¡como atrae un abismo, aquel misterio
       hacia sí me arrastraba!
   Mas ¡ay!, que de los ángeles
parecían decirme las miradas
      -¡El umbral de esta puerta
      sólo Dios lo traspasa!

Gustavo Adolfo Bécquer©️


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