Eso dicen,
que todo acaba,
que todo tiene su fin,
todo menos este dolor,
esta pena que no cicatriza,
que no recupera la porción de alma que se llevó,
o mejor dicho que murió,
porque nada quiso de mí,
ni mi amor,
ni mi vida y mucho menos mi alma.
Solo quiso ejercer su derecho a volar otros cielos,
sé que era libre de hacerlo,
y yo, yo soy libre de echarla de menos,
de llorarla,
y de maldecirla aunque sé que no debería hacerlo.
Juan Antonio Piñero ©
que todo acaba,
que todo tiene su fin,
todo menos este dolor,
esta pena que no cicatriza,
que no recupera la porción de alma que se llevó,
o mejor dicho que murió,
porque nada quiso de mí,
ni mi amor,
ni mi vida y mucho menos mi alma.
Solo quiso ejercer su derecho a volar otros cielos,
sé que era libre de hacerlo,
y yo, yo soy libre de echarla de menos,
de llorarla,
y de maldecirla aunque sé que no debería hacerlo.
Juan Antonio Piñero ©
Arte Val Scoubet 🎨
Muy dificilmente una cicatriz profunda se cure sin huellas. Pero tal vez esa cicatriz sea como cuando se abre la tierra para dejar la semilla, quizás desde allí florezca algo nuevo, no para olvidar, sino para renacer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy difícilmente las cicatrices del alma se curan del todo, ni se olvida del todo. Pero se sigue adelante, quizás con un aprendizaje y como bien dices volviendo a florecer o renacer.
EliminarUn abrazo.
Bonito poema y duro a la vez. Siempre habrá huellas y cicatrices en nosotros.
ResponderEliminarBeso.
Totalmente de acuerdo Musa.
EliminarBesos.