sábado, 21 de septiembre de 2024

Itinerario

Iba hacia España
y llegué a Cuba.

Iba hacia Jorge
y llegué a Juan.

Iba hacia las letras
y llegué al embarazo.

Iba a dormir
pero aquí estoy.

Reconozco que entre mis virtudes
nunca se destacó la puntería.

María Montero©



viernes, 20 de septiembre de 2024

Aceleración de los cuerpos

Durante el camino, ella piensa que no llegará a tiempo. La distancia y la soledad de su prisa son más que un anticipo. Al llegar, no escucha sino el murmullo de la sangre y el deseo, por eso no tarda en adentrarse por el ancho corredor.

Luego está sentada, desnuda de la cintura para abajo. Todo está limpio, tibio y en penumbra. Es el 13 de febrero de 1970 y es una perfecta mañana de invierno. Mi madre tiene dolor, tal es la naturaleza de un parto, y por eso su destino es el coraje, un coraje donde el dolor es la única salida.

Después de la última contracción comienzan las revelaciones: el dolor se convierte en destino de la cintura para abajo; el coraje, en una penumbra de invierno; mi madre se congela en el amplio corredor y yo me convierto en el deseo que nunca llega a tiempo.

María Montero©





jueves, 19 de septiembre de 2024

Rima LXXV

¿Será verdad que cuando toca el sueño
con sus dedos de rosa nuestros ojos
de la cárcel que habita huye el espíritu
en vuelo presuroso?

¿Será verdad que, huésped de las nieblas
de la brisa nocturna al tenue soplo,
alado sube a la región vacía
a encontrarse con otros?

¿Y allí, desnudo de la humana forma;
allí, los lazos terrenales rotos,
breves horas habita de la idea
el mundo silencioso?

¿Y ríe y llora, y aborrece y ama,
y guarda un rastro del dolor y el gozo,
semejante al que deja cuando cruza
el cielo un meteoro?

¡Yo no sé si ese mundo de visiones
vive fuera o va dentro de nosotros;
pero sé que conozco a muchas gentes
a quienes no conozco!

Gustavo Adolfo Bécquer ©




miércoles, 18 de septiembre de 2024

De humo

La primera vez que dijo mi nombre,
caí en la cuenta de lo mucho que me pesaba ser yo,
luego dio una profunda calada a su cigarro
como si el mundo entero dependiera de su boca
y yo, que nunca he querido ser nada,
ni siquiera héroe,
quise ser de humo.

Llevaba un vestido negro y flores en el pelo,
se había colocado una sonrisa bien temprano
y la mueca de felicidad se le extendía por el rostro
como una enfermedad terminal.
Igual que aquel montoncito de pecas
por encima del escote,
como si su piel estuviera en constante guerra
por cambiar de color.

No tenía edad ni venia de ningún sitio,
se llamaba Marlene aunque era mentira,
como mentira eran sus tetas de tres mil euros
en una clinica ilegal
o sus manos de construir amaneceres en la playa
en una ciudad donde el mar solo habitaba
en las postales de los estancos.

Se llamaba Marlene y era mentira
pero yo a las tres de la madrugada
de todas las noches de mi vida
siempre he dejado que me engañen.

Marlene hizo de otoño y marchitó las flores de su cabello,
enlutó el suelo de la habitación con su vestido negro
y desnuda en diez segundos de paisaje
desfilaron por mis neuronas muertas
todas las mujeres de mi vida
en una interminable huelga de caricias.

Y hubieron besos pornográficos
y un suicidio colectivo de espermatozoides
en el prohibido el paso de sus piernas,
luego con la vista perdida
en un horizonte lejano de mi pecho
se encendió otro cigarro y volvió a nombrarme
y yo, que nunca he querido ser de nadie,
ni siquiera mío,
quise ser de humo, de su boca y suyo.

Ernesto Pérez Vallejo ©



martes, 17 de septiembre de 2024

Flores secas en Stalingrado

A veces cinco días sin dirigirnos la palabra
en el desayuno, gestos de despedida 
a veces antes de cerrar la puerta 
como elementos decorativos jarrones 
vacíos que ni siquiera hacen ruido al romperse,
a veces la culpa palpitando como un pájaro
que agoniza en nuestras manos, el silencio 
como única manera de confesar 
que quienes gritan en esta casa son otros,
a veces flores secas sobre el mueble de la entrada 
pudriéndose como el amor a veces.

Juan Domingo Aguilar©️





lunes, 16 de septiembre de 2024

Rima LXXVI

En la imponente nave
del templo bizantino
vi la gótica tumba a la indecisa
luz que temblaba en los pintados.

Las manos sobre el pecho,
y en las manos un libro,
una mujer hermosa reposaba
sobre la urna del cincel prodigio.

Del cuerpo abandonado
al dulce peso hundido,
cual si de blanda pluma, y raso fuera,
se plegaba su lecho de granito.

De la postrer sonrisa
el resplandor divino
guardaba el rostro como el cielo guarda
del sol que muere el rayo fugitivo.

Del cabezal de piedra,
sentados en el filo,
dos ángeles, el dedo sobre el labio,
imponían silencio en el recinto.

No parecía muerta;
de los arcos macizos
parecía dormir en la penumbra
y que en sueños veía el paraíso.

Me acerqué de la nave
al ángulo sombrío
como quien llega con callada planta
junto a la cuna donde duerme un niño.

La contemplé un momento,
y aquel resplandor tibio,
aquel lecho de piedra que ofrecía
próximo al muro otro lugar vacío,
en el alma avivaron
la sed de lo infinito,
el ansia de esa vida de la muerte,
para la que un instante son los siglos...

Cansado del combate
en que luchando vivo,
alguna vez recuerdo con envidia
aquel rincón oscuro y escondido.

De aquella muda y pálida
mujer me acuerdo y digo:
¡oh qué amor tan callado el de la muerte!
¡Qué sueño el del sepulcro tan tranquilo!

Gustavo Adolfo Bécquer©



domingo, 15 de septiembre de 2024

Qué largo es morir

Qué largo es morir durante toda una vida,
largas las películas, los domingos por la tarde,
las horas extras, tu currículum.
Qué larga la jornada laboral y los estantes del Carrefour, 
las retenciones en la A- 92 a finales de agosto. 
Qué larga la cola del INEM y las comidas familiares,
la cuesta de enero y las noches 
desde que te fuiste.
Este poema, tan largo como la aguja 
que clavarán en mi piel cuando despierte 
en una clínica
y yo sea mi abuelo.

Juan Domingo Aguilar©️





viernes, 13 de septiembre de 2024

Sexo oral

Pronunciar tu nombre
mientras cada letra 
se deshace en mis labios
y mi boca se llena de ti.

Y tu sabor 
me abrasa más el alma 
que la lengua,
y mi cuerpo
se incendia
por ti.

Juan Antonio Piñero Jiménez ©

 

lunes, 9 de septiembre de 2024

Margaret Ingles

Margaret Ingles nació en Canberra. Se graduó de ANU y la Universidad de Tasmania en Antropología y Sociología, luego de lo cual completó dos títulos en Educación y Artes Visuales. Enseñó en escuelas internacionales en Nepal, Laos y Tailandia, pero dejó de enseñar para seguir una carrera artística de tiempo completo. Ha expuesto en Bangkok, Singapur, Londres y en varias ciudades y pueblos de Australia.
Pintora de realismo contemporáneo, centrada principalmente en obras figurativas, naturalezas muertas y retratos. Tiene una afinidad especial por el realismo en todas sus formas, ya que siempre le han atraído y fascinado los dibujos y pinturas que pueden transformar una superficie plana en algo que parece real y tridimensional.

Fuente: Margaret Ingles

Una muestra de su arte..

 


La voz

Cada día el silencio del cuarto solitario
se cierra sobre el leve derroche de cada gesto
como el aire. Cada día la breve ventana
se abre inmóvil al aire que calla. La voz
ronca y dulce no vuelve en el fresco silencio.

Se abre como el respiro de quien esté por hablar
el aire inmóvil, y calla. Cada día es el mismo.
Y la voz es la misma, no rompe el silencio,
ronca e igual por siempre en la inmovilidad
del recuerdo. La clara ventana acompaña
con su latido breve la calma de entonces.

Cada gesto percute la calma de entonces.
Si sonase la voz, volvería el dolor.
Volverían los gestos en el aire asombrado
y palabras, palabras a la voz sumisa.
Si sonase la voz aun el latido breve
del silencio que dura, se haría dolor.

Volverían los gestos del vano dolor,
percutiendo las cosas en el zumbido del tiempo.
Pero la voz no vuelve, y el susurro remoto
no encrespa el recuerdo. La inmóvil luz
da su latido fresco. Para siempre el silencio
calla ronco y sumiso en el recuerdo de entonces.

Cesare Pavese©️



sábado, 7 de septiembre de 2024

Cesare Pavese

Nacimiento: 9 de septiembre de 1908, Santo Stefano Belbo, Italia.
Fallecimiento: 27 de agosto de 1950, Turín, Italia.

Cesare Pavese nació en el pueblo de campesinos donde su familia veraneaba. Quién sabe si de este hecho inconsciente surgió su obra más famosa, la novela corta El Bello Verano, la añoranza de la luz y la paz del alumbramiento y la niñez frente a la dureza de la madurez que su extrema sensibilidad nunca pudo soportar. El verano siempre fue el débil (y bello) refugio del poeta, un tiempo efímero, aun cíclico, del que siempre sintió nostalgia, asustado por el invierno de la edad adulta.

La muerte de su padre cuando tenía seis años excavó la primera e imborrable profundidad de su naturaleza afligida que nunca pudo rellenar. Asistió al colegio en Turín durante los primeros tiempos del fascismo que la mayoría de sus profesores rechazaban en secreto. Esa oposición intelectual circunstancial le llegó de diferente modo que sus primeras y espontáneas experiencias amorosas fallidas.

Estudió Filología moderna y se interesó por América y su literatura,Whitman, Sinclair Lewis, Melville o Sherwood Anderson impulsaron académica y vitalmente el decaído espíritu de Pavese, que deambulaba entre las traducciones de sus ídolos literarios y su apasionamiento por las mujeres siempre equivocadas. Casi la definitiva, o la esencial, fue una activista comunista (la protagonista del poema La Voz) que le pidió que recibiera las cartas que le enviaba un compañero en la cárcel. Pavese solo tenía que recibirlas y entregárselas, pero se enamoró de la destinataria.

Un día la policía registró su casa y encontró las cartas. Cesare fue detenido y condenado a tres años de destierro en el sur, de los que solo cumplió uno. Pero al volver supo que la mujer por la que había sufrido todo aquello se iba a casar con otro. Se rebeló radicalmente contra sus impulsos y sentimientos y se encerró en sí mismo y en su prosa para evitar unas heridas del alma que solo consiguió abrir más.

De la misma forma consustancial que se enamoraba erráticamente, no le interesaba la política. Fue un apolítico condenado por comunista y un enamoradizo condenado por falta de puntería.

En 1943 Turín es ocupada por los nazis, pero Cesare consigue escapar refugiándose en un pueblo piamontés donde entabla amistad con los religiosos que dirigían el colegio, acercándose mínimamente al catolicismo. Al término de la guerra regresó a Turín, donde descubrió que muchos de sus antiguos amigos habían muerto luchando o por sus inclinaciones políticas.

La melancolía imposible del escritor le llevó a la fijación del remordimiento porque él no se había manifestado ideológicamente y se había mantenido al margen del conflicto debido a que le declararon inútil para el ejército por el asma que le produjo aquella pulmonía fatalmente obsesiva de su juventud. En un arrebato se afilió al partido comunista y comenzó a escribir artículos en su periódico que se rebelaron esencialmente filosóficos y vanamente políticos.

Fue el principio del fin. Volvió a enamorarse sin tino y cayó en una depresión nerviosa. Sus libros empezaron a tener reconocimiento en forma de premios, aunque se sentía insatisfecho por la acogida del público. Es la insatisfacción existencial insuperable. El Bello Verano recibe el prestigioso premio Strega en 1950, imponiéndose a Curzio Malaparte, su completo antagonista en casi todos los sentidos.

Todo parecía ir mejor, pero en realidad Pavese era el cuadro podrido de Dorian Gray por la tristeza en lugar de por la maldad. Ese mismo año, en agosto, se encerró en una habitación de un hotel de Turín para entregarse definitivamente a la idea que siempre le había acompañado en forma y pensamiento. Dicen que, desde aquel hotel, antes de morir, llamó por última vez a una mujer, que le rechazó de modo fulminante.

Fuente: El Debate







viernes, 6 de septiembre de 2024

Montañas en la noche

El lago se ha extinguido,
oscuros duermen los juncos
susurrando en sueños.
Sobre el campo, extendidas,
interminables montañas amenazan.
No descansan.
Hondamente respiran, se mantienen
unidas unas contra otras.
Hondamente respiran,
colmadas de oscuras fuerzas, irredentas
en su pasión devoradora.

Hermann Hesse©



jueves, 5 de septiembre de 2024

Noche solitaria

Vosotros, hermanos míos,
pobres hombres, cercanos o alejados;
vosotros, que a la luz de las farolas
soñáis con un consuelo para vuestras penas;
vosotros, silentes, que unís las manos,
orando, renunciando, sufriendo
en las pálidas noches estrelladas;
vosotros, que padecéis o permanecéis despiertos,
navegantes sin astros ni ventura,
rebaño errante sin cobijo,
extraños y, sin embargo, mis hermanos,
¡devolvedme el saludo que os ofrezco!

Hermann Hesse©



domingo, 1 de septiembre de 2024

Cora Coralina

Cora Coralina es reconocida por ser una de las más destacadas poetas de Brasil, considerada como una de las mayores escritoras de habla portuguesa del siglo XX.

Nació en la Ciudad de Goiás bajo el nombre de Ana Lins dos Guimarães Peixoto. A temprana edad tuvo una restringida educación, la que no le permitió desarrollarse más allá del cuarto año académico. Sin embargo, continuó con su escritura y ya en la adolescencia se lanzó a la poesía y cuentos, los que publicaba en revistas o anuarios del estado.

Emprendió camino hacia Sao Paulo e incluso comenzó a destacar en la repostería, con la escritura siempre presente; durante toda su vida colaboró en periódicos y trabajó en librerías. Se casó, tuvo seis hijos, enviudó y se fue a vivir al campo y luego volvió a su tierra natal. En la década del 50 tomaría de lleno el seudónimo “Cora Carolina”, nombre con el que no sólo fue conocida por ser una de las voces femeninas más importantes de la literatura portuguesa, sino también porque a sus 75 años recién logró publicar su primer libro llamado “O Poema dos Becos de Goiás y Estórias Mais”, un compilado de sus trabajos poéticos.

Sus obras estuvieron caracterizadas por el retrato de la cultura de Brasil. Su pluma destacó la vivencia de las mujeres de su ciudad, la cotidianeidad y reflexiones de la vida diaria. Además, se centró en la cultura afrobrasileña del país y la pobreza de las zonas norte.

Tras sus publicaciones, Cora comenzó a destacar en el imaginario colectivo de la región, siendo participe de diversas conferencias. Fue reconocida con honores, como “personalidad literaria del año” en 1984 por la Unión Brasileña de escritores y el título de “Doctor Honoris Causa de la UFG”.

Fuente: Mujeres Bacanas